Desfallecieron las rodillas y el corazón del teucro que, soltando la lanza, se sentó y tendió ambos brazos. Aquiles puso mano a la tajante espada e hirió a Licaón en la clavícula, junto al cuello: metióle dentro toda la hoja de dos filos, el troyano dio de ojos por el suelo y su sangre fluía y mojaba la tierra.
Versión de Luis Segalá y Estalella, 1910
Y soltando la pica, desmayado
se asentó y ambas manos extendia
implorando clemencia; pero Aquíles,
desnudando la espada cortadora,
en el cuello le hirió: y hasta el recazo
entró el agudo hierro de dos cortes
y Licaon de espaldas en la arena
extendido quedó, y en ancha boca
vertia roja sangre que regaba
en copioso raudal la verde orilla.
Versión de José Gómez Hermosilla, 1831.
Perdió del corazon y de los miembros
Toda fuerza y vigor , dejó la lanza
Del magnánimo Aquiles, y en la tierra
Se sentó allí extendiendo las dos manos.
Sacó su aguda espada el fuerte Aquiles,
E hiriéndole en el cuello á la juntura,
Dentro le sumergió toda la espada.
Cayó al suclo extendido boca abajo,
Y la tierra regó con negra sangre.
Versión de Ignacio García Malo, 1827
12 diciembre 2008
La Iliada, Canto XXI, 114
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