03 octubre 2008

La Multitud - Deseados y Perdidos

So many try to say Not Now,
So many have forgotten how
To say I Am, and would be
Lost, if they could, in history. (1)

Another time. W. H. Auden

Las buenas historias surgen casi siempre de cajas, eso lo tenía muy claro el griego que decidió meter en una caja los males del mundo y en medio de todos, como buen bromista, la esperanza rezongando en el fondo (2).

Yo encontré esta historia en una caja en la habitación del fondo de casa de mi abuelo. Era aquel un cuarto lleno de maderas a medio tallar, restos de esparto y latas oxidadas. El ultimo bastión de mi abuelo, el pequeño fuerte en el que se amontono lo que logro salvar mientras sus hijos ocupaban la casa familiar sembrando orden y funcionalismo. Aquel regreso de los hijos tuvo que ver con el avance de la enfermedad de la vejez. Pero eso que los médicos llaman demencia y que condujo a un hogar estricto y ordenado en el resto de la casa, propicio la creación de un lugar inverso en la habitación del fondo. Cuando mi abuelo no aguantaba mas el orden se escabullía al cuarto del fondo y se encerraba allí a realizar todo tipo de extrañas figuras trenzadas con cáñamo, que era el antiguo oficio familiar.
Decía mi profesor de química que la entropía, la energía del desorden, esta en constante aumento en el universo. Y esa ley siempre se cumple, así que aquella habitación paso a constituir un almacén en el que a base de juntar desordenes estos crecieron, se aparearon y parieron una pequeña caja. Una pequeña caja dentro de la caja que constituía el cuarto, dentro de la caja del piso, de la caja del edificio (3)... como en esas pequeñas muñecas rusas. La caja contenía un montón de libros de poesía y, en el fondo, una colección de revistas viejas. Algunos de los libros tenían escrito el nombre de Adela, preguntando pude, fácilmente, descubrir que se trataba de una prima de mi abuelo que había sido monja clarisa. La verdad es que en principio aquello me pareció poco interesante, a mi los árboles genealógicos siempre me resultaron demasiado sombríos, tapan el sol. Los libros no hicieron sino confirmar mis principios y resultaron un batiburrillo de poetas flojos y temas religiosos cuanto menos discutibles. Pero al fondo estaba la esperanza. Eran doce números de una revista literaria de cabecera La Multitud, impresa en el puerto de Santa Maria entre el año 1934 y el 1935. El lema bajo la cabecera era un sobrio "revista de vanguardia y letras pequeñas" que llamo inmediatamente mi atención, así que las aparte rápidamente del resto de las cosas prescindibles que constituían la herencia de mi abuelo.

De todo esto hace meses y ahora convivo con un montón de fantasmas que pueblan la revista, desaparecidos o exiliados sin rastro. Un grupo de gente que escribió sin pretensión de permanecer y que la Historia, con H mayúscula, borro del mapa y dejo sin etiqueta generacional. Los nombres se repiten de un número a otro, Las portadas siempre son pinturas de Mauro, y dentro en orden variable se suceden Catalina, Pepe Robles, Benjamín López-Obrero, etc...

He empezado a rastrear que fue de todos. Cada nombre ahora es una caja en el cuarto de atrás de mi casa, y en cada caja se van depositando las pistas que encuentro escribiendo una historia con h minúscula. Una sucesión de deseos y pérdidas que se apilan en pequeñas cajas, esperando filtrar hacia el fondo algo de esperanza.



(1) Muchos intentan decir Ahora No, / muchos han olvidado cómo / decir Yo Soy, y se / perderían, si pudieran, en la historia. Otro Tiempo, W. H. Auden. Traducción de Eduardo Iriarte.
(2) Pero la mujer, quitando con las manos la gran tapa de la caja, los esparció y ocasionó penosas preocupaciones a los hombres. Sola allí permaneció la esperanza, en infrangible prisión bajo los bordes de la jarra, y no voló hacia la puerta, pues antes se cerró la tapa de la caja por decisión del portador de la Égida, amontonador de nubes. Trabajos y Días [93-100] Hesiodo. Traducción de Adelaida Martín Sánchez y María Ángeles Martín Sánchez en Alianza Editorial.
(3) El concepto del edificio caja es ampliamente explotado por Mies van der Rohe, especialmente en el pabellón Barcelona, una gran caja que solo alberga un mal: el Horror.

1 comentario:

a dijo...

¿y las cajas sin paredes?.